A DON MANUEL FRAGA IRIBARNE.
Quien me iba a decir a mi que en un enero de 2012 la vida nos arrebataría a una de las figuras más importantes de la política española del siglo XX. Nacido en Villalba, Galicia. De origen Vasco, de espíritu gallego y de alma española. Manuel Fraga fue para muchos, y he de reconocer que para mi también, una figura de admiración en muchos sentidos. Hombre que se supo adaptar perfectamente a los tiempos que corrían. A una dictadura, a una transición democrática y a una democracia. Inteligente, hombre de universidad, con 26 años ya era catedrático de Derecho en la universidad de Valencia. Nunca olvidaré sus palabras en el senado, cuando le increpaban por su votación negativa ante el uso de los idiomas cooficiales del estado en la cámara alta. A lo que el respondió “Me siento profundamente gallego, que es mi forma de ser español“. Con esas palabras realizaba un acto de concordia entre los sentimientos del nacionalismo más profundo y el sentimiento más hermoso de amor hacía la patria que te vio nacer. Estos días se ha repetido mucho la definición de Manuel Fraga como un hombre de estado, y es verdad que lo fue, era un hombre de estado. Era de esos políticos que veían el oficio como un triunfo de la comunidad humana, como una labor de lucha constante y de servicio a la ciudadanía. Puede que con ideas un tanto antiguas, pero reformista en el corazón. Luchó como el que mas para conseguir la ansiada democracia en nuestro país. Veo con tristeza y en algunos casos por qué no decirlo, con un poco de dolor y rebeldía como personas que nada saben de la figura de Manuel Fraga le juzgan y le someten a juicios de carácter inquisitorial, sin tener la más mínima idea de lo que este político hizo por España. Chicos de catorce años comentando en redes sociales sobre al figura de un gran político, poniéndolo a la altura de un personajucho de cultura popular, en esos momentos siento vergüenza de la sociedad que estamos creando. Jamás en mi vida pensaría como alguien podría celebrar o alegrarse de la muerte de una persona. Pero lo he visto. Como gente, no tan inculta o sin conocimiento, hablo ya de personas que estudian una carrera, que dicen sin pudor, y ya con uso de razón y conciencia bien fraguada, que harán brindis por la caída de su persona. Hecho luctuoso a mi ver. Yo nunca me alegraría por la muerte de una persona, aunque su ideario político estuviese en las antípodas del mío. Y en eso consiste la democracia, en saber respetar las ideas de todos, pero son aquellos que alardean de tolerantes, de progresistas, los que luego se convierten en la personificación empírica de Torquemada. Pienso en algunos casos, y creo que es verdad, que si el corazón pensará, dejaría de latir.
Me considero una persona de centro, no hay ideas que prevalezcan sobre otras a mi ver. Pero si realizo juicios de valor. Y se ha de valorar la figura de Manuel Fraga de forma histórica, como un personaje que tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas, como todos, claro. Es como valorar la obra de Jordi Pujol, José María Aznar o la curiosa figura de Felipe González, incluso a ese al que guardo un sentimiento de total indiferencia, el señor Chaves, ha tenido un papel importante para la historia política de la España democrática. ¿Quién soy yo para negar eso?. Nadie claro. Porque es una verdad pragmática, y así es la figura de Don Manuel Fraga, que aunque a muchos les pese, jamás entenderé, ha sido y será una de las personas más importante de la política española del siglo XX y de principios del XXI. Un hombre que amo a España sobre todas las cosas, y que hizo todo lo posible por realizar una labor para con la ciudadanía de manera sobresaliente. Solo puedo decir que Manuel Fraga tendrá siempre en mi recuerdo una cátedra de por vida.
Fird.
Héctor Linares González.
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